Por qué elegir pudiendo tenerlo todo…

Por qué elegir pudiendo tenerlo todo…

Comer unas castañas el día 31, cantar la canción de la Castañera o hacer unos “panellets”, disfrazarse por la noche entre truco o trato, y al día siguiente comprar flores para el día de todos los Santos.

 

Una pregunta que seguro que todos escucharemos según se acerque el calendario al día 31 de octubre es: “Y tú… ¿celebras la Castañada o Halloween?”. Incluso, aunque cada vez menos, alguno te preguntará si visitarás el cementerio el día 1 de noviembre.

Lo que no sabe la mayoría es que las tres costumbres, muy lejos de ser opuestas, parten de un mismo origen.

Se trata de tres costumbres diferentes, la católica, la catalana y la americana. En nuestro imaginario colectivo, al menos para los nacidos antes de los 80, nos empieza a sonar Halloween o la “Noche de brujas” gracias a la película de 1978 “La noche de Halloween”, dirigida por John Carpenter. Para muchos no es más que una “americanada”. Pero resulta que esta tradición tiene más de 3.000 años a la espalda y viene ni más ni menos que de nuestros vecinos los celtas. Un pueblo guerrero, con mucha tradición mitológica, que habitaba en zonas de las actuales Irlanda, Inglaterra, Escocia y Francia, y que invadieron la Península Ibérica en el siglo IX a.c, aunque acabaron reducidos en el norte de Europa.

El 31 de octubre celebraban su fin de año con el Samhain, palabra que significa “fin del verano”, momento en el que despedían la temporada de cosechas para dar paso al crudo invierno, oscuro, negro y frío, a través de ritos religiosos y también con el contacto con los espíritus, ya que los celtas creían que el fin de año permitía a los muertos regresar a la tierra por una noche. Pero debían esconderse de los malos espíritus que atravesaban la línea con el otro mundo, y para confundirles, ahuyentarlos y que no les pudiesen encontrar, los celtas se vestían con cabezas y pieles de animales; es decir, se disfrazaban.

A los celtas les conquistaron, como a casi toda Europa, el Imperio Romano. Los romanos integraron esta festividad con su propia fiesta de la cosecha, añadiéndole cierto carácter tétrico, con calabazas con forma de cabeza humana y fogatas. Cuando el emperador romano Constantino, hacia el siglo VIII, decidió integrar los ritos paganos con los cristianos para fomentar la conversión al cristianismo del pueblo, el Samhain pasó a ser conocido como día de Todos los Santos.

Durante años, venerar a los difuntos y disfrazarse se combinaron bajo el nombre de Halowmas (conjunto de todos los santos o personas santas) y All Hallows Eve (víspera de todos los santos).

En 1846, 3 millones de irlandeses se trasladan a Estados Unidos, llevando consigo sus tradiciones, y las pequeñas comunidades de irlandeses católicos comenzaron a celebrar esta fecha; una tradición que durante el siglo XX se esparció al resto del planeta.

Redacción