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Cuando recuerdo que algunos bufones nos tachaban de demagogos por describir los excesos de esta casta política, y como no, también de esa misma casta empresarial ligada a las élites políticas a través de fundaciones, cajas de ahorro, o concursos públicos, me sorprende lo cortos que nos quedamos. Lo que ha ocurrido en Caja Madrid-Bankia – como en la mayoría de Cajas de Ahorro – es de juzgado de guardia. Pero esto va más allá de lo ocurrido en las cajas de ahorro, también abarca a buena parte de las grandes empresas – la mayoría cotizadas en bolsa - donde muchos pequeños accionistas tienen depositados sus ahorros, y donde la nula trasparencia hace que no se conozcan los excesos de sus ejecutivos. Mientras algunos llamamos las cosas por su nombre, y pedimos una ruptura con el actual sistema basando en un cambio moral, o ético como se prefiera. Otros de forma teatral seguirán hablando de regeneración democrática, cuando esto va mucho más allá, porque el daño que han generado a través de la corrupción es una cuestión moral. Lo peor ya no es lo sucedido, sino su defensa intelectual que lleva a justificar cualquier acto, como hicieron hace pocos días los principales líderes de CiU escoltando a Pujol a su salida del Parlament. Ruptura, no cambios.

 

David Parada
Conseller Comarcal de PxC del Baix Llobregat